Hablamos de… ‘Matar a Dios’, de Caye Casas y Albert Pintó

Matar a Dios’ es la ópera prima de los catalanes Caye Casas y Albert Pintó. Tras una dilatada carrera en el mundo del corto se estrenan en el largometraje con una comedia negra punzante, con toques fantásticos y que deja para la posteridad una pregunta: si el mundo se acabase mañana, ¿a qué dos personas salvarías?

Emilio Gavira en Matar a Dios 2017

Matar a Dios… ¿o a la especie humana?

Ambientada en un caserón de estética kitsch (animales disecados, muñecas de porcelana e iconos cristianos), ‘Matar a Dios’ nos presenta a una familia corriente: mujer, marido y el hermano y padre de este. En esta casa ajena, alquilada para pasar el fin de año, estos cuatro personajes recibirán una extraordinaria visita: un señor de baja estatura que dice ser Dios.

Aunque esta es la sinopsis oficial de ‘Matar a Dios’ lo cierto es que la película tarda en llegar a ese momento, ofreciéndonos un primer acto donde conoceremos a fondo a los cuatro personajes, cuatro pobres desgraciados que muestran sus miserias. Las conversaciones entre hermanos y entre esposa y suegro, así como la posterior cena familiar, muestran a una familia patética, con un marido machista, una mujer que lo quiere a pesar de sus taras, un padre de vuelta de todo y un hermano pequeño incapaz de pasar página.

¿Patética? No más que cualquiera de nosotros. Es fácil ponerse en el lugar de alguno de los cuatro protagonistas o de más de uno, ¿quién no ha pasado por situaciones similares a lo largo de la vida?

La elección de unos actores con un físico no normativo (como dice Itziar Castro en muchas entrevistas “los secundarios de siempre del cine español”) también ayuda: gracias a Casas y Pintó por fin podemos disfrutar de intérpretes que llevan muchos años en nuestro cine pero que no habían tenido “su gran noche” por culpa de unos directores de casting cerrados de miras.

Itziar Castro en Matar a Dios (2017)
Ana, una mujer que no está pasando por la mejor noche de su vida

La familia bien, gracias

Este primer acto, lleno de carcajadas y alguna frase lapidaria, es toda una delicia. A continuación, llega Dios (Eduardo Gavira). Su aparición puede escamar al espectador más exigente, ese que busca la máxima verosimilitud: tras usar uno de sus (supuestos) poderes nadie en la casa duda de que es ciertamente una divinidad y que la misión que les ha encomendado es cierta. Esto nos hace plantearnos si, ante una situación similar, todos seríamos tan crédulos.

Este segundo acto es algo más lento: los momentos en los que los personajes deciden a quién salvarán podrían haber sido algo más tensos. Casas y Pintó los alargan en exceso y se pierde algo de fuerza dramática. Eso sí, ente medias encontramos algunas reflexiones interesantes sobre qué entendemos por Dios y si la especie humana tiene remedio.

Este acto con altos y bajos acaba fluyendo y llegamos al desenlace, que convence y no desentona con el resto: es lógico sin ser previsible. El único “pero” es que no deja lugar a la duda de lo que sucede. ¿Cómo hubiese sido ‘Matar a Dios’ con un final abierto?

Matar a Dios (2017)
¿Quién está en el lavabo?

Un debut con premios merecidos

‘Matar a Dios’ es un debut en el largo de lo más digno. Caye Casas y Albert Pintó sacan partido de un presupuesto limitado creando una película con una puesta en escena (con reminiscenias a Álex de la Iglesia e incluso Luis Buñuel) y dirección artísticas impecables y unos actores realmente competentes. Encontramos totalmente justificados todos los premios que está cosechando la película, que se iniciaron con su éxito en Sitges 2017.

Aunque el quinteto protagonista cumple cabe destacar el magistral trabajo de Itziar Castro y Eduardo Antuña como matrimonio protagonista: es imposible imaginar a otros Ana y Carlos que no sean ellos.

Casas y Pintó demuestran que la comedia (incluso aquella más loca y desenfada) es un gran vehículo para hacernos pensar, para hacer que nos planteemos las grandes cuestiones de la vida, como hasta qué estamos dispuestos a permitir a nuestros seres queridos o cómo es Dios o ese “algo” si realmente existe.

La cuestión es: y tú, ¿a qué dos seres humanos salvarías si se acabase el mundo?


cartel de Matar a Dios (2017)

 

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