‘Silencio’ es la película que este 2017 ha estrenado Martin Scorsese, un drama histórico sobre dos sacerdotes jesuitas en el Japón del siglo XVII (Andrew Garfield y Adam Driver) en busca de su mentor (Liam Neeson). Dado que los dos redactores de Me va de Cine salimos con muchas reflexiones tras su visionado hemos decidido empezar un nuevo tipo de opinión algo alejada de las clásicas críticas que solemos publicar en el blog. En forma de diálogo, de opinión a cuatro manos, os vamos a contar nuestras impresiones sobre la película, invitándote a ser la tercera voz de la discordia si crees que puedes añadir algo interesante a la discusión.
Buenas, Maria. Después del visionado de ‘Silencio’ qué mejor que una buena charla para analizar el último trabajo de Scorsese. Lejos de los excesos y el poderío visual de ‘El lobo de Wall Street’, aquí vemos al realizador neoyorkino muy contenido, sin estridencias, adaptándose a un estilo quizás más “oriental”. Sólo hay que fijarse en el delicado uso que hace del sonido y la iluminación, demostrando una vez más, ser un auténtico camaleón tras las cámaras, ya que desde luego parece completamente deliberado. ¿No crees?
Me creo su drama, pero es un drama recreado a distancia, de forma casi documental (aunque, como dices, Scorsese lo hace de forma deliberada, no lo dudo). Además, si en ‘La última tentación de Cristo’ cruzó los límites, en ‘Silencio’ hay la sensación de que no se moja, creo que puede complacer igual a creyentes como a los que no lo son. Aún así es una buena película que invita a la reflexión tras su visionado.
Precisamente creo que Scorsese pretende abrir una ventana a la reflexión mostrando la contradicciones (y vergüenzas) que presentan las creencias religiosas y el choque evidente entre dos culturas contrapuestas. Por un lado nos muestra un catolicismo anquilosado en busca de nuevos fieles, pero que lejos de comprender y respetar las tradiciones e idiosincrasia de estas personas, se empeña en imponer sus dogmas de fe como una verdad universal, aprovechando las miserias de un pueblo pobre y en busca de esperanzas.
Por otro lado, tenemos al Japón del Shogun (era Tokugawa), que aunque tenía fuertes vínculos económicos con Europa, las autoridades niponas veían el cristianismo como una amenaza de cara a perder hegemonía ante su propia nación. Por eso el filme muestra la persecución, sufrimiento y muerte, tanto de los sacerdotes europeos como de los nuevos adeptos de Cristo. Un actitud arrogante y sádica, algo que choca fuertemente con las raíces no violentas del budismo, filosofía/religión imperante en el país del sol naciente.
En este sentido, la trama de ‘Silencio’ me ha recordado en muchos aspectos al ‘Apocalypse Now’ de Coppola, cambiando las selvas camboyanas por los frondosos bosques japoneses. Si te fijas, todo arranca en un viaje en busca de alguien importante, no tanto por quién es, sino por lo que representa. Por el camino, tenemos dolor, desolación y muerte, todo en pos de un encuentro e inevitable confrontación entre dos hombres y sus convicciones, una batalla interna del “yo”, donde entran en juego conceptos como la renuncia, el ego, la solidaridad y la redención. Desconozco si Shusaku Endo, el autor de la novela que adapta ‘Silencio’ tuvo en cuenta ‘El corazón de las tinieblas’ de Joseph Conrad, (la obra que inspira la cinta de Coppola), pero estoy convencido que Scorsese sí, sin duda. ¿Tú qué crees?
En otras películas de tono mucho más relajado, precisamente las dos con un “desparecido” Matt Damon, como ‘The Martian’ (Ridley Scott) o ‘Salvar al soldado Ryan’ (Steven Spielberg), la búsqueda convierte a los personajes en héroes o ejemplos a seguir (tanto a sus salvadores como al personaje perdido). ¿Pero qué tienen de heroicos los personajes de ‘Silencio’? ¿Todas las vidas que se pierden en el camino de la búsqueda del padre Ferreira valen más que la de este personaje?
Esto último me lleva a reflexionar sobre el significado del título de la película. El silencio inunda, sin duda, todo el relato. Tanto el silencio físico, en una película que no tiene ningún tema de música extradiegética (ni tan siquiera en los títulos de crédito) pero no se echa a faltar, como en el silencio que deben mantener muchas veces sus personajes para no ser prendidos o el silencio de Dios, ese Dios del que el padre Sebastiao espera una respuesta para saber cómo actuar.
Un placer como siempre, Iván. Aprovecho para invitar a los que nos hayan leído a que se unan a nuestra conversación. ¿Tienes algo que decir? Déjanos un comentario o pásate por Facebook o Twitter, ¡estaremos encantados de dialogar contigo!