Los orígenes de la screwball comedy se remontan a los años de la Gran Depresión en Estados Unidos. Se trataba de un género muy popular y con grandes dosis de crítica social, repletos de diálogos rápidos y situaciones hilarantes con la sana intención de servir de vía de escape al espectador. Dentro de estos cánones encaja a la perfección Luna Nueva (1940), realizada por Howard Hawks que ya había destacado, en este tipo de comedia, con la exitosa La Fiera de mi niña (1938).
Amor a primera plana
Hawks confecciona un filme basado en la obra de Broadway Primera Plana (posteriormente versionada también por Billy Wilder), escrita por Ben Hecht y Charles MacArthur (y que participaron activamente en el guión) y que además no esconde en absoluto su condición teatral.
Cary Grant y Rosalind Russell destilan carisma y realizan una interpretación repleta de química y talento: Mientras Burns representa al ambicioso, manipulador y elegante hombre de negocios, Hildy encarna a una mujer madura e independiente, totalmente adaptada a un espacio dominado por hombres. Sus choques dialécticos son continuos, las conversaciones cruzadas (incluso interrumpiéndose entre ellos) están cargadas de sarcasmo, resultan tan ingeniosas como divertidas en ésta auténtica guerra de sexos.
La película transcurre a una gran velocidad, con un ritmo trepidante. Los personajes se desenvuelven con naturalidad gracias a unos diálogos que brillan por ser fluidos y precisos, además de ser de lo más cínico y punzante. Mérito de un guión tan sublime que sobrepasa la pantalla. Además el filme cuenta con una puesta en escena muy eficaz, la redacción del Morning Post de Chicago, que se presta como un escenario vivo, en constante movimiento. El sonido de los teléfonos y el humo de los cigarrillos sirven para recrear los entresijos de una profesión donde la inmediatez es fundamental.
Periodismo como modo de vida
Luna Nueva empieza con un impactante mensaje en los créditos: “Todo esto ocurrió en la época oscura del periodismo, cuando un reportero a la caza de una noticia era capaz hasta de justificar un asesinato…” Y es que esta también es una película sobre periodismo, y aunque no se escapa de la mirada crítica del autor, también existe cierta reivindicación de la profesión como vocación y estilo de vida.
Pero el autor de Bola de Fuego (1941) no se conforma con esto y se atreve a atizar a los estamentos más importantes de la sociedad americana: La corrupción política, la “libertad” de prensa, las conveniencias de la justicia y los artificios del matrimonio están muy presentes durante todo el metraje. Estos temas, tan serios como trágicos (y de una increíble vigencia), son tratados inteligentemente usando el sentido del humor como coartada para evitar la censura de la época y llegar a un público con clara necesidad de evadirse.
P.D: Primera Plana (1974), la versión de Billy Wilder, fue si cabe más fiel al original de Broadway, ya que contaba con dos personajes masculinos como protagonistas encarnados por los magníficos Jack Lemmon y Walter Matthau.
¿Has visto este clásico del séptimo arte?¿Qué te parece?