Muchos espectadores serán reacios a ver ‘Pa Negre’ por aquello de “No, otra película más sobre la postguerra, no, gracias”, y es que, reconozcámoslo, no hay año que pase en que en España no se produzca un film sobre este fatídico periodo de nuestra historia. Pero es que ‘Pa Negre’, aunque esté ambientada en 1945 no es una película sobre la post-guerra.
Sí que es cierto que la miseria en la que viven los personajes, los bandos de los vencedores y los vencidos, son producto de la Guerra Civil, pero el mensaje de la película va más allá de la contienda, es mero escenario. Y la trama podría desarrollarse en otro periodo histórico, siempre desde un contexto de desigualdad social en un entorno rural, eso sí.
Relatada desde los ojos del niño Andreu, ‘Pa negre’ es una película sobre descubrimientos, decepciones y transformaciones. Una mirada todavía limpia y que no conoce todos los detalles es un buen recurso para que la película de Villaronga hable con acierto de la degradación humana, aunque esta falta de escrúpulos, esa pérdida de los principios, no sean más que una manera de proteger a los tuyos.
La vida de post-guerra bajo la óptica de un niño
Al ir de la mano de Andreu, el espectador descubrirá con él, poco a poco, la falta de bondad que le rodea, los claroscuros de los adultos, de una manera parecida a ‘La lengua de las Mariposas’ pero en su reverso más tenebroso.
A este cuadro, para nada amable, ayuda el buen hacer de todo su reparto, en uno de los mejores elencos que he visto en el cine español de los últimos años. Todos los actores brillan con una luz especial. Desde los niños actores y su gran naturalidad –una mirada tan sincera como la de Francesc Colomer no la veíamos desde Ana Torrent en ‘El espíritu de la colmena- hasta la mayoría de adultos muy convencidos de sus personajes, en especial Nora Navas, a la que ser nueva en el cine no le impide realizar una magistral interpretación de la madre de Andreu, el personaje con el que más fácil será que empaticemos, aunque también esconde grandes secretos.
Una familia muy cercana
Aunque ‘Pa Negre’ relata una historia de familia y miserias que bien podría haber sucedido, aunque Villaronga busca el naturalismo, no se abstiene de poner algunas figuras simbólicas, aunque sin llegar al extremo de las ensoñaciones de la protagonista infantil de ‘El Laberinto del Fauno’. Así, el pequeño Andreu, hará una amistad que podría bien ser algo imaginado, la del personaje del joven tísico, con un verbo muy locuaz y en exceso de poesía para todo el contexto de la trama, lo que resulta más una voz de la conciencia de Andreu, una especie de ángel de la guarda –o si lo rebuscamos más, una representación de las posibles pulsiones homosexuales del niño. O la secuencia –que no desvelaré- que supone el único momento en que el niño proyecta algo que le han contado y no sabemos si estamos viendo su versión de los hechos o lo que ocurría realmente.
Como decía, ‘Pa Negre’ es film de actores y, por tanto, de personajes. Andreu, su madre Florència y su padre Farriol, están estupendamente dibujados, con todas sus contracciones y contrastes. Pero si algo se le echa en falta es que Villaronga no nos deje conocer más el resto, aunque nos iríamos a una película de una o dos horas más.
Y es que a pesar del cúmulo de situaciones más o menos cotidianas que se suceden, a pesar del abanico de personajes que Villaronga presenta, nos gustaría saber más del alcalde, el maestro, la prima de Andreu y el resto de su familia o incluso de Pauleta, esa madre de familia destrozada a la que borda la premiada Laia Marull. Se intuyen trazos interesantes –los secretos de la familia, la curiosa obsesión del maestro, la madurez prematura de la niña- pero los 110 minutos del filme se quedan cortos para ahondar más.
Una película de grises, y matices
‘Pa Negre’ no es una película perfecta. Aunque el foco de atención está claro es fácil perderlo en algunos momentos, cuando el director se centra en detalles o situaciones secundarias. Pero si tiene algo bueno, más allá de su excelente factura técnica y artística, es que logra que nos cuestionemos el porqué de ciertas acciones de los personajes, por crueles que sean. Villaronga ni condena ni ensalza a sus antihéroes por sus actos, simplemente los deja fluir para que sea el espectador el que saque sus propias conclusiones, los comprenda o los maldiga. Además, es capaz de crear “malos” en el bando de los perdedores, algo a lo que el típico cine de guerra o post-guerra español no se atreve a menudo.
Mi puntuación: 9
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