La gran belleza. Opinión

 

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Hay cine tremendamente pretencioso que se torna en un festival de la pesadez y la pedantería. Pero también hay cine pretencioso que resulta un placer, un espectáculo para los sentidos; sin duda éste ha sido para mí el caso de ‘La gran belleza’.

Dirigida por Paolo Sorrentino, ‘La gran belleza’ parte de una premisa simple: la visión que tiene del mundo Jep Gambarella, escritor y periodista cultural con 65 años cumplidos y ya de vuelta de todo. Una idea simple, sí, pero un desarrollo que la aleja de la historia convencional sin caer en el cine de difícil compresión.

A través de situaciones cotidianas –reuniones con sus amigos, fastuosas fiestas en áticos, encuentros casuales-… Sorrentino recrea el universo de Jep, un tipo a primera vista superficial y despreocupado pero, en el fondo, tan humano como todos aunque con tendencia a no abrirse emocionalmente a las primeras de cambio.

 

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Fellini como espejo

Todas estas situaciones nos recuerdan clarísimamente a ‘La dolce vita’, de Fellini, pues ambas películas se mueven en un ambiente similar. Aunque igual, o incluso mayor, es la influencia de otro filme de Fellini, la episódica ‘Roma’, especialmente en todo el pasaje sobre la religión, curiosamente la parte más pesada de ambas películas… pesada de ver, pero interesante por lo que plantea. ¿Hay mayor teatro que el que representa la Iglesia Católica?

Eso sí, a diferencia de Fellini, con gusto por mostrar también los bajos fondos de su ciudad, Sorrentino apenas se baja de la élite (quizá solo en el momento del decadente club de striptease de su viejo amigo) y ‘La gran belleza’ es una visión del mundo vista siempre desde los ojos de los más privilegiados.

Hablar de las altas esferas culturales de Roma podría desembocar en un festival de la pedantería pero no es así gracias a las más que amenas situaciones que vive el curioso Jep y a una puesta en escena que más de una vez nos hará decir “me gustaría estar ahí”.

 

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La fragilidad de “lo superficial”

Y es que si bien ‘La gran belleza’ tiene algunas duras críticas al mundillo cultural más “gafapasta” (el arte por el arte, determinadas actitudes sociales que son puro “postureo”, el culto a la estética) tampoco esconde su admiración a ciertas costumbres de las élites. Para el recuerdo quedan poéticos pasajes como esa visita nocturna a los palacios más imponentes de la ciudad o los recuerdos de juventud de Jep que nos hacen entender por qué lleva toda la vida persiguiendo la belleza.

Otro gran acierto de ‘La gran belleza’ es que, a pesar de ser una película con profundidad y a ratos triste, a mí no me ha dejado con mal cuerpo… Es curioso, pues hablando con otras personas que vieron el filme he descubierto que opinan justo lo contrario y que salieron del cine con cierta insatisfacción.

 

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Quizá la diferencia está en las distintas maneras de entender el mundo, y yo he decidido salir de ver ‘La gran belleza’ como (creo que) lo haría Jep: añorando tiempos pasados y siendo consciente de que los años pasan, pero siempre con la mente y los ojos abiertos para ver otro instante de belleza, porque la vida sigue… ya sea por un minuto más o por otros 65 años.

Mi puntuación: 9

 

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