Baz Lurhmann representa todos los terrores del cinéfilo amante de la sobriedad. El director australiano es el rey del exceso y de la pompa, del continente por encima del contenido… ¿Un cineasta así era el más adecuado para adaptar (una vez más) una novela tan icónica como ‘El Gran Gatsby‘ de Fitzgerald? Sus detractores dirán rotundamente que no, pero los que aun creemos en el talento del australiano teníamos esperanzas.
En manos de Lurhmann,’El Gran Gatsby’ podría haber sido una gran oda a la era del jazz, una macroproducción al servicio de una pequeña-gran historia, la del hombre que hace todo, literalmente, para recuperar su amor. Sin embargo, estas altas expectativas se ven truncadas y no me queda otra cosa que dar la razón a los antifans del director de ‘Moulin Rouge’: efectivamente, no ha sacado provecho al excelente material que tenía entre manos.
Un visión “moderna” del clásico
No se puede negar que ‘El Gran Gatsby’ es complicada de adaptar, tan fácil es caer en sus momentos de exceso como en sus instantes más íntimos… Y Luhrmann cae en ambos casos.
Las fiestas que organiza Gatsby en su mansión son, al más puro estilo ‘Moulin Rouge’, odas al anacronismo y al exceso de estampas pretendidamente memorables. La primera vez te impacta, y puede que sigas disfrutando con sus sucesivas secuencias…. Pero el que no pueda con este estilo rococó sentirá sin duda un empacho sonoro y visual importante.
La parte más íntima de Gatsby tampoco acaba de despegar: difícil es comprender ese amor que Gatsby siente por Daisy, y aquí no sé si es un problema de Carey Muligan (¿una de las jóvenes actrices más sobre-valoradas de los últimos años?) o simplemente de una mala construcción del personaje. Las escenas de amor se hacen ñoñas, demasiado típicas para la gran historia que Lurhmann nos quiere contar… Por cierto, que viendo a Tobey Macguire como testigo del affaire se me aparecía continuamente nuestro amigo Peter Parker, ¿tan pocos registros tiene Macguire o se le exigió actuar de esta manera?
DiCaprio brilla a pesar de todo
En cuanto al demás surtido de escenas dramáticas, encontramos de todo. Además de un soberbio DiCaprio (¿puede estar mal en algún papel?) capaz de arreglar casi cualquier desaguisado destacan ciertas escenas de personaje de Joel Edgerton… Es más, a ratos se nos hará más fácil sentir estima por él que por Daisy, a pesar de los discutible de algunos de esos actos. Eso sí, la escena clave entre los dos actores citados no funciona: debería estar cargada de tensión pero todo queda diluido y cuando la ves no te da la sensación que sea el auténtico clímax de la película.
Con todo lo que he dicho se puede dejar entender que ‘El gran Gatsby’ es un tostón infumable, pero yo no diría tanto: simplemente Baz Luhrnman no acaba de acertar al cien por cien en nada, haciendo de su film un festín visual que llevado un rato empalagará más de uno y que no sabe aprovechar las oportunidades que le ofrecen sus momentos más dramáticos. Una obra bonita pero muy desaprovechada, un intento fallido de crear una obra con el impacto que tuvo en su día ‘Moulin Rouge’.
Un filme hecho a la medida de los admiradores del realizador australiano
¿A quién recomiendo ‘El Gran Gatsby’? Sobre todo a los acérrimos de Baz Luhrmann: yo llevo años defendiendo el estil barroco de este director y me sentí decepcionada con su último filme, ¿le pasará lo mismo a la mayoría de sus fans? También recomiendo la película a todos los que van al cine sin complejos y dispuestos a ver lo que sea…
¿Quién debería alejarse de ella? Además de aquellos que no soportaron las anteriores películas de Luhrmann todos los cinéfilos para los que el cine sea cuestión de fondo más que de forma… el director australiano es la antítesis de esta clase de cine.
Mi puntuación: 5