Cuando hace más de una década se editó en Marvel el primer número de Civil War, se realizó bajo un interesante eslogan “¿De qué lado estás tú?” con la potente imagen del enfrentamiento entre dos héroes clásicos de la editorial: Iron Man y Capitán América. Esta frase que a priori puede parecer un mero gancho publicitario, una década después sirve de nuevo como punto de partida de la denominada “Fase 3” de Marvel Studios. Una nueva etapa del serial de superhéroes de la “casa de las ideas” en pantalla grande.
De todos modos esta tercera parte de Capitán América, (creada con el mismo equipo creativo que la anterior Capitán América: Soldado de invierno) no se puede considerar una adaptación del mega-evento que tuvo lugar en su momento en formato papel. Pero sí coge algunos conceptos prestados de lo más sugerentes.
El sistema contra la libertad
Principalmente plantea la idea que ya apuntaba el anterior filme: la actuación frente al terrorismo, los métodos para garantizar la seguridad nacional y si podemos confiar en quien se encarga de defenderla, aunque sean seres poderosos y ajenos a la ley, sin ningún tipo de control. Una problemática con trasfondo político que se acrecenta en el momento que ocurren desgracias que cuestan la vida de inocentes. Los inevitables “daños colaterales” son un punto de inflexión en la propia cinta ya que todo se desencadena tras un atentado con numerosas víctimas humanas.
A nivel dramático la escena no está del todo conseguida, y causa menos impacto que en el Civil War formato cómic. Sin embargo el suceso es fundamental para el devenir de la historia y sigue siendo una maniobra inteligente de cara a un espectador, que se ve con la decisión moral de elegir con que lado quedarse.
Y es que el choque de bandos era algo que ya se podía intuir tras lo sucesos en (la irregular) los Vengadores: La era de Ultrón, con unos personajes divididos tras el incidente en Sokovia, en el que, especialmente Tony Stark queda marcado como principal responsable. Así pues, la trama presenta una crisis internacional, y como los gobiernos del mundo ponen en el punto de mira a los superhéroes, dejando en cuestión si forman parte de la cura o de la propia enfermedad del conflicto.
Este hecho provoca un enfrentamiento entre las firmes convicciones y la defensa de los derechos y libertades por parte de Steve Rogers/Capitán América. En contra de la férrea defensa del sistema (militar-político), y, porque no decirlo, el sentimiento de culpa que cada vez pesa más en Tony Stark/Iron Man. Ambos líderes simbolizan dos modos muy distintos de actuar frente a la ya citada guerra global contra el terrorismo.
Superhéroes divididos
Tanto Chris Evans, como Robert Downey Jr. asumen la responsabilidad y se reparten el peso del filme, con una interpretación digna y eficaz. Realmente comprendemos porque actuan como actuan, pese a que estemos o no de acuerdo. Muy significativas son en este sentido las palabras de Rogers: “En este trabajo intentamos salvar a toda la gente que podemos, eso no siempre significa que serán todos salvados, pero no te rindes”.
Obviamente muchos de estos héroes están condenados a elegir un bando y ser reclutados, puesto que cada uno tiene su propia moral y sentido de la justicia. Sin embargo la historia no se olvida del protagonismo de Rogers y su relación fraternal con Bucky (el soldado de invierno). El desarrollo de estos personajes va completamente en paralelo pero en sintonía con en el arco argumental principal, más enfocado en el control y posterior enfrentamiento entre héroes.
De hecho, el guión (de Christopher Markus, Stephen McFeely) está muy bien equilibrado y todos los secundarios tienen su cuota justa de participación y lucimiento personal, pero siempre en favor de la historia (Visión, La bruja Escarlata, Falcón, La viuda Negra, Ant-Man, War Machine).
El único reproche que podemos hacer al libreto, es que, como en otras cintas del Universo Marvel (en especial de las primeras espadas), el libro de estilo sigue estando encorsetado, y cae en muchos momentos en lo previsible, arriesgando lo justo.
En cuanto a la incursión de nuevos personajes de la editorial, son buenas cartas de presentación para sus próximas películas en solitario. Si bien su aparición en la trama puede estar cogida “con pinzas” tanto Black Panther como la nueva versión de Spiderman (hace especial ilusión verlo en su “vuelta casa”), no desentonan en absoluto, es más, son una delicia para la vista, especialmente en las escenas de acción (a pesar del abuso clásico de CGI).
Grandes peleas trasladadas del cómic a la gran pantalla
Y hablando de la acción en ‘Civil War’, una de cal y otra de arena. Los hermanos Russo dirigen con la misma solvencia que en la anterior secuela, incluso podríamos afirmar que la pelea en el aeropuerto, es la mejor batalla jamás filmada entre superhéroes. Una escena que traslada al 100% el espíritu de los cómics y que justifica por ella solo, el pago de una entrada. Lástima que en algunos momentos la cámara se mueva en exceso y tenga un efecto tan confuso como mareante. Sin embargo las coreografías y el trabajo de los especialistas es cada vez más brillante en los filmes del universo Marvel, y aquí se demuestra con creces.
Finalmente destacar el clímax. Se hilan todas las subtramas e irrumpe con fuerza un nuevo villano, Zemo (interpretado eficientemente por Daniel Brühl) bastante alejado de su homónimo del cómic, pero que resulta acertado en un filme donde el antagonista principal (si se le puede llamar así) es de sobras conocido. En este punto la película da un giro, esta vez sí inesperado, que le da un extra de emoción a un final, menos espectacular pero sí más dramático de lo habitual.
‘Civil War’ no abarca la profundidad y relevancia que en su momento supuso el macro-evento en el formato papel. Pero es un filme muy sólido y entretenido como pocos siendo una demostración de que Marvel Studios ha ido trabajando bien todos estos años. La compañía ha ido dando pasos cortos pero firmes, progresando positivamente y con la habilidad de abrir nuevas vías para que las futuras producciones superheroicas tengan tanto interés como éxito.
Lo mejor:
- Una trama inteligente y sólida.
- El equilibrio entre personajes.
- La pelea en el aeropuerto y el clímax.
Lo peor:
- En algunos momentos, la dirección es demasiado “temblorosa”.
- Las nuevas apariciones, aunque no molestan, eran prescindibles.
- Coge ideas, pero está muy alejada de la trascendencia e impacto del cómic original.
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