Germina la semilla de Prometeo
Siendo honestos, resulta complicado abordar una película como Alien Covenant siendo completamente constructivos. Y es que incluso eliminando el factor nostalgia que nos producen los primeros filmes de la saga, difícilmente se puede salvar de la quema. Si bien en el pasado la suma de los nombres Alien + Ridley Scott podrían significar sinónimo de calidad y éxito. Visto lo visto la fórmula se ha quedado en un simple y llamativo slogan publicitario.
Scott ya regresó al género que lo encumbró en 2012 con ‘Prometheus’; una cinta, que como relato de ciencia-ficción no pasaba de correcta, con personajes poco o nada recordables, situaciones que se movían entre lo absurdo y lo grotesco. Sin embargo, dentro de su estilo convencional, si que poseía cierto poderío visual y sentido narrativo. La historia en realidad acabó desembocando en una pseudo-precuela de Alien encubierta, lo cual dejó todavía más incógnitas de las que esperábamos respuesta en ‘Covenant’.
Pero desgraciadamente, Alien Covenant ni resuelve enigmas, ni repara los destrozos que fue dejando Prometheus por el camino. Es más, incide en los mismos errores, e incluso los supera. Argumentalmente es un desecho de tópicos, contradictoria e incongruente.
El espacio es para listos
Resulta complicado comprender cómo actúan sus protagonistas, desde el primer momento en que despiertan de sus cápsulas de hibernación y cambian de ruta hacia un nuevo planeta. (Planeta que desprende a leguas de distancia ser del todo menos amistoso). Los colonos, no sólo son extremadamente confiados, sino también estúpidos y lo demuestran dando pasos agigantados fotograma a fotograma hacia una muerte segura.
¿No será que el realizador en realidad también nos quiere hablar de los niveles de necedad y simpleza con la que actuamos a veces los humanos? De hecho, las situaciones no son muy lejanas a las de cualquier ‘Slasher’ de serie B de los ochenta. La diferencia es que en estas películas, todo iba esbozado con un claro tono de humor negro y nulas pretensiones.
Ridley… ¿seguro que es tuya?
A ver, no nos engañemos. En toda la saga ha habido carnaza para los aliens, y siempre iban cayendo uno tras otro todos aquellos que presos del miedo más evidenciaban sus defectos. Quizás como una metáfora del peligro de los propios demonios internos y la fragilidad humana ante lo desconocido.
Sin embargo, Scott parece ser que olvida las claves de su éxito del filme original: una historia de terror elemental y efectiva. Una atmósfera completamente claustrofóbica, con un ritmo de latido lento pero intenso y una banda sonora (compuesta por Jerry Goldsmith) completamente envolvente e inquietante. Por no hablar de una protagonista con un carisma único y que acabaría siendo icónica. Sigourney Weaver nos regaló una interpretación única en la piel de Ellen Ripley, una heroína por accidente, cuyo mayor arma era su inteligencia y astucia.
Ninguno de estos elementos hacen acto de presencia en esta Covenant; ni el terror psicológico, ni la atmósfera desasosegante y ni mucho menos una protagonista carismática.
Primeros compases interesantes
De todos modos, y siendo justos, hay que reconocer que el arranque de la cinta es prometedor. La conversación entre el androide David (Michael Fassbender) y su creador, Peter Weyland (Guy Pearce) instantes después de que el primero nos deleite al piano con la pieza musical “Entrada de los dioses en el Valhalla” de Richard Wagner. (Cuarta y última de las óperas que componen el ciclo de El anillo del Nibelungo /Der Ring des Nibelungen en referencia a la guerra y posterior caída de los dioses).
Un punto de partida interesante y revelador, para lanzar la idea que se intentará desarrollar durante parte del metraje. Esa dicotomía entre obra y creador, la figura de Dios-Padre y su destino. (¿Estará de algún modo Scott auto-citándose?).
Inevitablemente, la película sigue el esquema tantas veces visto en la franquicia: llegada repentina a un planeta inhóspito y el inevitable encuentro con el temible monstruo. Todo sucede de modo inércico, por azar y sin demasiado sentido. Es más, para el realizador, parece ser que la figura del xenomorfo asesino sólo es un trámite, un mal necesario para contar lo que realmente quiere: la historia de David. Su condición de ser/inteligencia artificial única y sus inquietudes como creador (y destructor) de vida.
Un fan-service sin reparar en gastos
¿Porqué no entonces haber seguido la estela de ‘Prometheus’ y no tener que meternos aliens con calzador? Quizás fuese por influencias externas (y de carácter comercial), ya que tanto crítica, como parte del público acusaron al realizador británico de hacer con ‘Prometheus’ un ejercicio fallido, tramposo y hasta cierto punto hipócrita.
De ahí que la Fox le embarcara (o más bien embaucara) de nuevo en la franquicia original con el objetivo hacer su propia “película de aliens definitiva” . De este modo se le da al público lo que (supuestamente) quería: un fan service de Alien en toda regla dirigido por el autor de la película clásica y original.
Sólo así se explica porque ‘Alien Covenant’, pese a la firma que tiene, es más cercana al cine de gran estudio, el “blockbuster” palomitero al uso, que al cine de autor de género (tipo ‘La llegada‘). Obviamente, la experiencia de Ridley Scott sigue siendo un aval, sobre todo como narrador. Incluso se puede decir que la cinta no está exenta de ritmo y posee alguna secuencia destacable a nivel visual. Pero son pequeñas gotas de brillantez en un océano de despropósitos.
La película peca de ser demasiado obvia y excesiva, artificiosa y lejos de generar tensión, redunda en clichés hasta el aburrimiento. De este modo nos quedamos con un producto lejos de la austeridad, el misterio y la verosimilitud de ‘Alien: el octavo pasajero‘ y la energía y solidez de la excelente secuela dirigida por James Cameron.
CGI abusivo y la mitología, mancillada
Para más “Inri”, Scott se empeña en reinterpretar toda la mitología Alien cambiándola sobre la marcha, con el fin, suponemos, de explicar su Génesis. Algo respetable, pero que sin un guión sólido que lo justifique, deja todos estos cambios y modificaciones como incoherencias fruto de la improvisación. Da la sensación que hasta el propio creador ha caído en la trampa de su criatura.
Una vez más, el abuso digital le hace daño a una producción (ya sucedió en la reciente ‘Ghost in the Shell’), ya que las maquetas y animatrónics de las cintas de los años ochenta resultan más inquietantes y veraces que estas creaciones digitales actuales “sin alma”.
Estos “neo-morfos” no nos dejan una sensación muy distinta a la que nos dejaron los velociraptores “inteligentes” de Jurassic World o las hordas de orcos de la saga El Hobbit.
Del reparto, Fassbender está a otro nivel
Pero si hay algo o alguien que destaca con mucha diferencia en este film, es sin duda Michael Fassbender. Principalmente porque parece ser el único que entiende y respeta la franquicia (incluso por encima de realizador, guionistas y productores). Con su interpretación por partida doble (los humanoides Walter y David), sostiene por momentos lo que es insostenible, incluso llegando a interactuar consigo mismo sin caer en el ridículo.
Si por un lado, Walter se puede asemejar al servicial y fiel Bishop (Lance Henriksen) de Aliens: el regreso. La fascinación por la biología y la experimentación con la vida extraterrestre de la que hace gala David, nos recuerdan la frialdad del desconcertante Ash (Ian Holm), el androide científico oficial de la Nostromo en Alien: el octavo pasajero. (Que su vez parece rendir un merecido homenaje al diseñador del Xenomorfo original, H.R Giger)
Fassbender responde con talento a un personaje medianamente bien escrito: David. Su obsesión por la belleza, la perfección, el arte, la creación y sus menciones a Dante, Lord Byron, Michelangelo, Wagner o Lawrence de Arabia, elevan por momentos un nivel que está bajo mínimos. Sin embargo al final, después la digestión fílmica de Covenant, todas estas referencias quedan tan solo como unos simples guiños culturetas algo pretenciosos.
Cierto es que David poseía la ventaja de ser parte de la tripulación de ‘Prometheus’ y ya tenía una base construida como personaje. Pero es que en este film evoluciona revelándo su singularidad/humanidad de tal modo que centra el foco de atención del espectador, incluso muy por encima del propio alien.
Lamentablemente David se queda solo, no tiene réplica, ya que ni Daniels (Katherine Waterston) es remotamente Ripley, ni Oram (Billy Crudup) tiene un ápice de Hicks. Entre monólogos/diálogos de Fassbender consigo mismo y apariciones del monstruo… la película avanza siguiendo el esquema argumental tradicional de cualquier superproducción mediocre. Con un enfrentamiento final tan ruidoso como previsible y un último giro todavía más predecible.
Alien Covenant: La pretenciosidad se paga cara
En definitiva, no podemos ocultar la decepción con el resultado final, fundamentalmente por la firma y la posibilidades de un universo que sí ha sabido expandirse en otros formatos (véase el videojuego Alien Isolation). Quizás uno de los mayores pecados del realizador de Blade Runner y por supuesto al grupo de guionistas: John Logan, Dante Harper, Jack Paglen y Michael Green es haber creado una película tan vulgar, que además se toma demasiado en serio así misma. Y más teniendo en cuenta lo endeble que es su trama.
Hace un tiempo, Ridley Scott casi se mofaba del fallido proyecto ‘Alien 5’ de Neill Blomkamp (‘Elisyum‘), alegando que la productora prácticamente ni lo tuvo en cuenta.
También en su momento, Guillermo del Toro tuvo que renunciar forzosamente a adaptar en cine ‘Las montañas de la locura’ de H.P. Lovecraft por compartir premisas argumentales con ‘Prometheus‘. A tenor de lo visto, y con cierta perspectiva… quizás el error fue de la Fox, por haber despertado de su cápsula de hibernación al propio Scott.
Lo mejor:
- Michael Fassbender/David.
- El arranque del filme, hasta la llegada al planeta.
Lo peor:
- Todo lo demás.
¿Has visto Alien Covenant?¿A ti qué te ha parecido?. Puedes opinar de ella en nuestros comentarios.
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