Javier Fesser siempre ha demostrado ser un cineasta diferente. Ya desde los inicios en sus cortos (‘Aquel ritmillo’ o ‘El secdleto de la tlompeta’) o en su debut cinematográfico ‘El milagro de P. Tinto’ destacó por un estilo visual muy llamativo, y un amor por todo lo “singular”. Con el tiempo le acompañaron éxitos de crítica y público como fueron ‘Camino’ o las adaptaciones de ‘Mortadelo y Filemón’.
‘Campeones’ es una historia sencilla: Marco, un entrenador asistente de baloncesto en una profunda crisis personal, es condenado a realizar un servicio comunitario. Obligándole a trabajar con un equipo de jugadores con discapacidad intelectual.
Un elenco de auténtico éxito
La trama está muy en la línea de producciones deportivas de la factoría Disney. Películas de superación tipo ‘Somos los mejores’ o ‘Titanes: hicieron historia’. En este caso, la gran baza del filme son sus personajes. Personas que, sin ser profesionales del sector, logran atraer el interés del público por su espontaneidad y autenticidad. A ellos le sumamos a un auténtico valor en alza interpretativo como Javier Gutiérrez (‘La isla mínima’). Éste hace de Marco, un protagonista muy creíble, tanto en sus miserias y como en sus virtudes. Su personaje es una metáfora de ese hombre moderno actual: egocéntrico, prepotente e inmaduro, al fin y al cabo… temeroso.
La cinta fluye perfectamente en el terreno de la comedia costumbrista. Sin embargo los dramas que presenta también son muy comunes en personas de mediana edad; La pérdida de empleo, el miedo a la paternidad, la complejidad de mantener una relación estable.
Marco (Gutiérrez) nos transporta por todos estos territorios “trágicos”, pero están bien equilibrados con las simpáticas escenas con el equipo de baloncesto (apodados ‘Los amigos’). Un grupo que empieza siendo una molestia para él, casi una humillación, pero que poco a poco le irán removiendo por dentro y transformando en una persona completamente diferente.
Quien menos te lo esperas te puede “arreglar”
¿Y qué pinta el Baloncesto en todo esto? En realidad el deporte es un vehículo, un mero pretexto para mostrar una travesía emocional. Un viaje hacia unas personas, que más allá de su discapacidad, son capaces de ser autónomas, sociables y que pueden aportar mucho a una sociedad cada vez más carente de valores humanos.
Fesser hace un pequeño homenaje a “lo maravillosamente diferente” y lo hace fiel a su estilo vistoso y alegre. Quizás el realizador cae algún que otro tópico “muy Disney” sobre el compañerismo, el trabajo en equipo y la superación. Pecando inevitablemente de dulcificar y subrayar en exceso un mensaje que está bastante claro.
Sin embargo, la película consigue sus metas. Es toda una cura de humildad, por momentos divertida, entrañable y contagiando energía positiva. No deja de ser un ejercicio honesto y sincero de cine integrador, que pretende enseñarnos a saber ver y tratar a todo el mundo sin necesidad de prejuicios.
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