Los años 80 siguen de moda. Haciendo un ejercicio de rebobinado mental, aquella fue una época de efervescencia de las denominadas “Buddy movies” (cine de colegas).Era un cine sin demasiadas pretensiones, muy orientado al público masculino y que mezclaba con eficiencia: comedia, acción y cine negro, con una gran carga irónica y toneladas de diversión. Los responsables de “alimentar a la bestia” fueron en su momento tipos como el productor Joel Silver y el guionista (ahora también realizador) Shane Black. Ambos creadores de una franquicia de éxito como Arma Letal y otras obras de culto como El último boy-scout o El último gran héroe entre otras grandes joyas del género.
De vuelta al presente, en plena era de cine de superhéroes, los antihéroes también tienen algo que decir, y aprovechando la nostalgia de un espectador poco identificado con los ídolos de barro actuales, de vez en cuando, el cine nos ofrece alguna pieza con cierto aire fresco y “retro”, digna de ser rescatada.
Pobres diablos
Dirigida (y guionizada junto a Anthony Bagarozzi) por el propio Black tras su paso por Iron Man 3, Dos buenos tipos, acoge todos los elementos de ese cine añejo y carismático: los chascarrillos, las frases lapidarias, villanos caricaturizados, violencia gratuita y un dúo protagonista lejos de los estándares de la moralidad.
Por un lado tenemos a Jackson Healey (Crowe) un sabueso veterano, de vuelta de todo y con unos métodos tan violentos como cuestionables, y por otro a Holland March (Gosling), un joven detective privado, un auténtico miserable que vive de la mentira y las malas artes, para colmo al cargo de una hija pre-adolescente que muestra ser más madura que él mismo.
En definitiva, al contrario de los que nos anuncia el título del filme, estamos ante dos malas personas, sin embargo resulta curioso que los perdedores en el cine casi siempre resultan figuras idóneas para empatizar con el espectador, quizás porque los miramos desde una óptica con cierta condescendencia y compasión.
Por otro lado tenemos a la pequeña Holly March (Angourice Rice) hija de Holland con un papel de lo más relevante en la historia, su inteligencia e intuición son fundamentales y su presencia se revela como un contrapeso ideal para unos protagonistas que juegan al límite de la caída definitiva.
Un dúo de lo más peculiar
Es cierto que el filme no aporta nada nuevo, pero tampoco lo necesita, esos lugares comunes de este tipo de cine quedan tan lejos en la memoria que resultan refrescantes al verlos de nuevo, y funcionando a las mil maravillas. Quizás el tono es más humorístico de lo habitual, pero encaja más que esa (hasta cierto punto, ridícula) trascendencia del cine actioner más puro y duro de antaño.
¿Porqué funciona la fórmula? Porque los responsables de la misma están curtidos ya en mil batallas, y no sólo nos referimos al dúo Silver/Black. El cásting es todo un acierto, la combinación Russell Crowe & Ryan Gosling (a los que recordamos más en papeles dramáticos) resulta exquisita y se convierten por méritos propios en una nueva pareja de culto. Sus interpretaciones (en lo cómico y en lo físico) están a la altura de las que en su momento nos brindaron Mel Gibson y Danny Glover en la mítica saga de la Warner. La química entre ellos es evidente, gracias en gran parte, a unos personajes bien escritos y a unas situaciones de lo más hilarantes.
Los villanos/secundarios pese que a priori resultan interesantes, no están ni de lejos tan aprovechados, ni son tan carismáticos como podíamos esperar, pese a contar con nombres de sobras conocidos como Matt Boomer o Kim Basinger (en un claro guiño a L.A.Confidential).
Un “buddy movie” como las de antes
Además de ofrecernos esta amalgama de personajes tan jugosos, Shane Black nos transporta a Los Ángeles de finales de los años 70, ese choque cultural entre el América republicana de Nixon y el crepúsculo hippie. En este contexto nos introduce una trama criminal, para que nuestros investigadores nos “iluminen” con sus lamentables métodos detectivescos. Sin ir más lejos, la secuencia en la gran mansión del magnate porno, con Holland completamente borracho persiguiendo a una modelo disfrazada de sirena por una piscina es sólo un ejemplo de un escenario que nos puede evocar al estilo Blake Edwards.
En conclusión, Dos buenos tipos es un “revival” de lo más digerible y entretenido, gracias al notable trabajo de Shane Black y un equipo creativo que ya triunfaba hace más de veinte años, que logran que nos encariñemos de unos personajes con sus peculiares circunstancias, y pese a que en la vida real rehuiríamos de ellos por completo, la distancia cinematográfica les transforma en unos inmejorables compañeros de viaje. Al fin y al cabo todavía no somos demasiados viejos para est…e cine.
Lo mejor:
Su espíritu gamberro y nostálgico.
La química y comicidad de dúo protagonista Crowe & Gosling.
El guión, canónico y a la vez paródico con el género.
Lo peor:
Algunos secundarios algo desaprovechados.
La ausencia de algun villano más carismático.
Que Shane Black no se prodigue más.
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