El problema de la segregación racial ha sido una constante en la sociedad norteamericana. A principios de siglo XX judíos y negros tenían serios problemas de discriminación no sólo en ámbitos privados sino también en públicos, ya que en muchos locales se les negaba el servicio o directamente, el acceso.
‘El libro verde del motorista negro’, fue una guía de viaje creada por Victor H. Green, un veterano de la primera guerra mundial y publicada en 1936, con el propósito de hacer la vida más fácil a todos los viajeros de raza negra enumerando una lista de lugares relativamente amigables para la comunidad afroamericana.
De este modo se entiende por donde transita el filme dirigido por Peter Farrelly. La trama está basada en hechos reales y se centra en la relación de dos tipos de mundos opuestos. Por un lado tenemos a Frank Anthony Vallelonga (también conocido como Tony Lip), un italo-americano de clase media y lengua afilada (Viggo Mortensen) y Don Shirley (Mahershala Ali) un adinerado, educado y talentoso pianista afro-americano que necesita un chófer y asistente personal con el propósito de realizar una gira por el sur del país. Todo ello en el marco de la inmadura e hipócrita sociedad norteamericana de los años 60 en plena lucha por los movimientos de los derechos civiles bajo el gobierno de la administración Kennedy.
Un realizador que rompe tabúes
Y es que el relato se construye a través de la amistad interracial que se va gestando entre estos protagonistas tan dispares. No es más que una visión de la América bipolar que se ha hecho a sí misma desde la diversidad y el mestizaje. El filme pretende hacer ver que el problema racial en la vida occidental va más allá del color de la piel y las clases sociales.
Si bien Tony es un buscavidas embustero, no tiene problemas en su vida social. Sin embargo Shirley, a pesar de ser un tipo culto, rico y un genio en su trabajo, recibe el rechazo de todos: los blancos por ser de otra raza y los negros por tener otro estatus.
Farrelly siempre se ha sentido cómodo en explorar la comedia de lo políticamente incorrecto, utilizando los prejuicios y usándolos a su favor desde tiempos de ‘Algo pasa con Mary’ (There’s Something About Mary, 1998) donde el hermano discapacitado de Cameron Díaz centraba algunos de los gags más recurrentes hasta ‘Amor ciego’ (Shallow Hal, 2001), que jugaba con esa manida idea de “lo bello se esconde en el interior” con Jack Black y Gwyneth Paltrow como pareja protagonista.
‘Green book’ mantiene ese espíritu, pero dejando algo de lado la chabacanería, para ofrecer un retrato con un tono más amable, cercano y quizás complaciente para un público que no tarda en empatizar con estos personajes principales de clásica buddy movie.
Dos personalidades bien reflejadas y que se complementan
Viggo Mortensen construye un inolvidable Tony Lip, un tipo que puede parecer detestable al principio pero que enseguida desprende autenticidad. Representa un estereotipo de cabeza de familia italo-americano medio; bocazas y malhablado, fuma como un carretero y come como un animal… pero bajo una capa de rudeza se esconde un tipo noble, generoso y con cierto sentido de la justicia.
Tony, que se ha criado en la escuela de la calle, se ejerce así como un protector, el tipo de persona que no dudará en ayudarte si estás en problemas. Y si eres afroamericano y te mueves por todo el sur de Estados Unidos, lamentablemente los puedes tener.
¿Qué empuja pues al personaje de Shirley a aventurarse a correr estos riesgos? Es una cuestión de dignidad y principios. Si la música es un vehículo para transmitir emociones ¿Porqué no para cambiar la distorsionada percepción de la gente? En este sentido, hay que aplaudir la notable interpretación de Mahershala Ali, ya que nos muestra claramente las contradicciones y frustraciones de Shirley.
Doc (así lo llama Tony) es un hombre educado, recto e inteligente, un tipo que regala magia cuando toca el piano pero que se muestra en su mundo, distante, incomprendido y atormentado por la injusta situación que le rodea diariamente.
Ambos pese actuar por interés propio, demuestran tener amplitud de miras: viajan por territorios sureños aprendiendo el uno del otro y dejándose ayudar mutuamente para poder romper ciertas barreras mentales, a nivel formal o estético, ya sea para disfrutar de un buen pollo frito con las manos o expresar lo que sientes por tu esposa en la distancia.
Una cinta que invita a la reflexión pero benévola
Así pues, gran parte del metraje está narrado en forma de road movie y aunque el mensaje de trasfondo es potente a nivel dramático no estamos precisamente ante una cara B de ‘Paseando a Miss Daisy’ (1989), ya que en matices esta cinta navega entre el costumbrismo intelectual del Alexander Payne de ‘Entre Copas’ (2004) y las buenas intenciones de la cinta francesa ‘Intocable’ (2011). Enfrentando dos mundos dispares, repletos de prejuicios pero destinados a entenderse. Todo visto desde un prisma cómico y afable que hace más ligera su digestión al público medio.
En definitiva, teniendo en cuenta que estamos ante una historia real, se puede afirmar que a Farrelly le ha sobrado condescendencia y le ha faltado algo de valentía para hacer auténtico cine denuncia, y demostrar que las épocas que en las que eran necesarias este tipo de guías forman parte el pasado y que no debemos caer en los mismos errores que antaño.
Sin embargo no deja de ser estimulante que en plena “era Trump” haya guiños a la memoria histórica de América y tengamos filmes accesibles como ‘Green Book’ para que el gran público vea y recuerde lo absurdo que es instalarse en una ideología que no tolera lo diferente y en lugar de aceptarlo como un talento propio y presumir de ello, prefiere despreciarlo.