Hablamos de… La llegada

 
 
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Encuentros a través del espacio-tiempo

 
La Ciencia ficción siempre ha sido un género cinematográfico tan sustancial como infravalorado. Quizás porque ha servido como vehículo de lenguaje encubierto para expresar y criticar la realidad socio-política de un determinado momento histórico. Pero especialmente porque se atreve como ningún otro género a romper ciertas barreras, explorar los límites humanos y plantear preguntas. Es decir, aunque a veces sea de un modo maniqueo e interesado, la reflexión siempre está presente en este tipo de cine.

No resulta frívola precisamente La llegada, una adaptación del relato corto “The Story of Your Life” del escritor Ted Chiang. La cinta es de carácter marcadamente científico (contiene muchos más elementos de ciencia que de ficción), pero eso no significa que sea sesuda e incomprensible.

Tras las cámaras se esconde un cineasta de enorme talento, el canadiense Denis Villeneuve (Sicario), que utiliza la narración y el montaje de un modo tan inteligente como diáfano para el espectador medio.El argumento de La llegada (escrito por Eric Heisserer) habita un lugar muy común dentro del género: unas naves extraterrestres levitan en diferentes puntos del globo terráqueo, hecho que conmociona al mundo.

Por ese motivo el pentágono, bajo las órdenes del coronel Weber (Forest Whitaker), contrata a Louise Banks, una experta lingüista (Amy Adams) en compañía del matemático Ian Donnelly (Jeremy Renner), con el objetivo de entrar en contacto con los alienígenas y traducir sus mensajes.
 
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La Ciencia ficción más minimalista, perturbadora y poética

 
Existen en la película ciertas reminiscencias tanto al Contact de Robert Zemeckis, como al Interstellar de Christopher Nolan. Esencialmente en la visión más humanista y emocional de la trama, pero se sitúa lejos de ellas respecto a los artificios y pretensiones tan propios de la gran industria. El ritmo del filme no es frenético pero sí acompasado, donde cada escena, cada diálogo y cada detalle pueden ser de vital importancia ante la necesidad de saber, del espectador.

Villeneuve nos presenta los hechos de un modo minimalista, casi poético, centrando la atención intencionalmente en el punto de vista de Louise. Ella se convierte en sujeto y objeto principal de la historia para comprender más fácilmente todo lo que está sucediendo y resolver los enigmas que plantean los visitantes.

En este sentido cabe destacar la labor interpretativa de Amy Adams, que lleva la mayor parte del peso de la trama y consigue atraparnos en su historia personal de un modo tal que la sentimos como nuestra.

Desgraciadamente no está del todo bien acompañada. Los personajes secundarios quedan algo desdibujados, especialmente Renner, en un papel tan jugoso como desaprovechado, aunque afortunadamente el resultado final no se resiente demasiado.

“Necesitamos saber qué quieren y de dónde son” Weber.

La primera secuencia del esperado “contacto” con los extraños seres (bautizados como Abbot y Costello), es casi hipnótica, con una puesta en escena tan soberbia como inquietante. Pero más allá de mostrar naves extraterrestres ovaladas y aliens heptalópodos (en un claro guiño lovecraftiano). Villeneuve nos viene a hablar de la importancia del lenguaje y la comunicación, tanto como referencia empática así como ‘herramienta’ de socialización, evolución y autoconocimiento humano.
 

 

El poder de lenguaje como arma de consciencia y conocimiento

 
En la escena en la cual se conocen, Ian replica a Louis en su afirmación: “La base de la civilización es el lenguaje”, cuando desde su punto de vista como físico, dicha base se sostenta en la ciencia. Entendiendo que la lingüística, no es más que un ramificación de la propia ciencia, tronco principal de ese gran árbol llamado saber humano. Una respuesta más a la simple pero común diferenciación entre arte, filosofía y ciencias.

En este sentido, y en la línea de pensamiento de Louise, cobra importancia una teoría científica (La hipótesis de Sapir-Whorf) que afirma que el pensamiento depende del lenguaje. Y por tanto la lengua es fundamental para entender de qué modo conceptualizamos, memorizamos y clasificamos nuestra “realidad”, fundamentalmente a nivel semántico*.

Esto llevaría a comprender porque dos individuos de diferentes lenguas enfocarían un determinado problema de distinta forma (en el filme se cita como ejemplo de China y el popular juego del Mahjong).

*Curiosamente se hace una importante referencia a los palíndromos, que son aquellas palabras o frases que se pueden leer del derecho y del revés como ejemplo: “Hannah” o “La ruta natural”.

 
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El debate sobre el poder del lenguaje no es nuevo: en la novela distópica 1984 de George Orwell, se utilizaba 1984la neolengua, con el objetivo de dominar y manipular el pensamiento de los miembros del partido.

Así como en la Metrópolis de Fritz Lang, donde el futuro se presentaba como parapeto a un discurso profundamente crítico con una sociedad atrapada en la lucha de clases y confrontada en los modelos neoliberal y comunista.

Esta última referencia no es gratuita. Ya que Villeneuve,  aunque puede pecar de benevolente y moralizante, en su discurso final usa su relato como “arma” de juicio moral. Focalizada a una sociedad actual subyugada por el individualismo, disonante, donde somos conscientemente incapaces de entendernos a nosotros mismos a pesar de poseer los mayores avances científico-tecnológicos a nuestro alcance.

Una nueva obra de culto para los amantes del género

 
El director de Prisioneros ha creado una nueva joya de Ciencia ficción: profunda pero a la vez de fácil digestión, que plantea debate, preguntas.

 Con una protagonista en su mejor papel hasta la fecha, y con moraleja incluida hacía la audiencia: o reflexionamos y cambiamos nuestra percepción simplista y lineal de ver y entender el mundo y por ende, la vida o estamos condenados a la autodestrucción como especie y civilización.
 


Lo mejor

  • El guión Eric Heisserer es profundo y a su vez, efectivo.
  • La dirección de Villeneuve y el inteligente uso del montaje.
  • Amy Adams ofrece una lección interpretativa.
  • Las reflexiones que plantea.

Lo peor

  • Un final ¿demasiado complaciente y moralizador?
  • Algún secundario con más peso no le habría sentado mal.
  • Se hecha en falta el elemento de debate espiritual y o religioso, que sí existía en Contact.

 
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