Hablamos de… Julieta

 

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‘Silencio’ era el título original de ‘Julieta’ de Pedro Almodóvar, que El deseo decidió cambiar pues la última película de Scorsese se estrenará como ‘El silencio‘. Toda una pena, y es que una palabra tan gráfica como “silencio” define muy bien el trabajo de Almodóvar de 2016, una obra sobre lo que se calla más de lo que se dice.

Tras el batacazo de ‘Los amantes pasajeros’ (lee aquí mi crítica), que ni los fans acérrimos al director salvamos, el de la Mancha ha regresado a lo que parece que se le da mejor: el drama puro, sin aspavientos, sin las “almodovaradas” que critican sus detractores, puro cine de personajes creíbles e historias humanas.

Silencios a través de tiempo

 

Basada en tres relatos cortos de la autora Alice Munro, ‘Julieta’ se presenta como una historia entre dos tiempos (el actual y los años 80) en las que su protagonista nos intenta explicar el porqué de su desgracia y su repentino cambio de vida.

Almodóvar cambia con maestría de un tiempo al otro, gracias a un poderoso uso de la imagen en el que pasado y presente tienen diferentes colores y en el que la estética de los personajes ayuda a situarse sin dificultad (algo que no ocurre en ciertas películas, en las que parece que no pasen los años para sus protagonistas). En este sentido la película funciona mejor que otro filme con flashbacks de Almodóvar, ‘Los abrazos rotos‘.

 

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Vales más por lo que callas…

 

Tanto la Julieta madura, Emma Suárez, como la joven, Adriana Ugarte, hacen unas interpretaciones creíbles y contenidas y nos traen, una vez más, la esencia de la “chica Almodóvar” más contemporanea. Como la Manuela de ‘Todo sobre mi madre‘ o la Raimunda de ‘Volver‘, Julieta es una mujer fuerte, que no necesita del sexo masculino para tirar adelante, aunque el amor lo marca todo y, sobre todo, el amor hacia los hijos, motivo de alegrías pero sobre todo de sufrimientos.

Como decía al principio de esta crítica, el “silencio”, lo que no se dice, es la clave de todo. El silencio de una mujer que no cuenta su pasado al hombre que ama, el de una hija que calla a su madre lo que sabe y se tortura por ello, el de un hombre que prefiere vivir una verdad a medias que contar la verdad completa y arriesgarse a perder algo.

Curiosamente, el único personaje que no guarda silencios, la ama de llaves que interpreta Rossy de Palma, es un personaje que recibe reprimendas de otros por ser una bocazas cuando, precisamente, si en los personajes de ‘Silencio’ hubiese más comunicación el drama no llegaría a tales niveles… ¡aunque entonces no tendríamos película!

 

Julieta de Pedro Almodóvar. © El Deseo

La naturalidad del drama

 

Las tragedias de ‘Julieta’ son cotidianas y creíbles, lejos han quedado los tiempos de ese Almodóvar que revolcaba a sus mujeres en el fango de la desgracia. Almodóvar no busca el impacto ni la lágrima, planta la cámara para dejar que las cosas surjan por sí solas y se ayuda de una partitura de Alberto Iglesias sentida pero sin piezas de exagerado carácter dramático.

Ese tratamiento funciona en casi todos los casos aunque, quizá, hubiese deseado algo más de melodrama cásico (del que tanto ha bebido siempre el director) cuando Julieta y su hija Antía tienen la conversación que da un gran giro a los acontecimientos. Aunque creíble, no tiene la fuerza que se esperaría de una de las secuencias claves de la trama.

Al ser un filme más transparente y menos barroco ‘Julieta’ parece una película más simple que otros dramas del Almodóvar, pero nada más lejos de la realidad. Su película de 2016 es su cinta más medida, se nota que cada plano está estudiado al milímetro y muestra, una vez más, a un director que es ante todo contador de historias, un dramaturgo de los diálogos y de una imagen que se ajusta a sus personajes, y no viceversa.

Eso sí, ‘Julieta’ no es una película perfecta. Como he dicho, quizá ciertas trazas de melodrama más tópico hubiesen jugado a su favor, y habría ganado enteros si hubiese jugado más con sus secundarios (algo que Almodóvar bordó en ‘Volver’). Por ejemplo, no nos queda claro cómo acaba la relación de Julieta con su padre (Joaquín Notario).

 

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Lo mejor

  • La fuerza de la imagen y cómo ayuda a contar la trama
  • Su sobriedad y madurez, lejos del drama de manual
  • Julieta es una gran ejemplo de “chica Almódovar” del siglo XXI

Lo peor

  • Una de las escenas clave madre-hija no tiene toda la fuerza que debería
  • Algún personaje secundario está algo desaprovechado

 

 

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