Quizás con esta tempranera versión americana de ‘Millennium: los hombres que no amaban a las mujeres’, su realizador, David Fincher (‘La red social’) no de un paso adelante en cuanto a proceso evolutivo en respecto a su ya más que destacable filmografía. Sin embargo, converge de manera lógica y confirma su maestría en un encargo apresurado (y oportunista) de Hollywood quizás poco apetecible a priori. Pero teniendo en cuenta su pasión por el género de suspense y su obsesión en retratar los aspectos más oscuros de la sociedad, sus miserias, vicios y miedos ancestrales, estaba claro que la historia que cuenta la famosa novela de Stieg Larsson y el director de ‘Se7en’ emparejaban con una compatibilidad casi perfecta. Además juega con la ventaja de competir contra un producto limitado y cuestionado como es su homónima sueca.
El guión se mantiene leal a la novela y a su potente iconografía: Desde el aire vikingo de los parajes fríos y nevados de Estocolmo (donde se rodó íntegramente el film) a las cicatrices emocionales de la co-protagonista, representados en sus hermosos tatuajes y numerosos piercings. La historia ahonda en la investigación de una antigua desaparición en la base de la familia Vagner, llevada a cabo por Mikael Blomkvist (Daniel Craig), un periodista con un firme sentido de la justicia y una misteriosa hacker llamada Lisbeth Salander (Rooney Mara).
El libreto corre a cargo de Steve Zaillian (‘La lista de Schindler’, ‘Zodiac’), con las ideas muy claras para dar un enfoque siniestro y de suspense paulatino pero siempre “in crescendo”, y que gracias a un eminente sentido del ritmo y de un glorioso trabajo de montaje en post producción, encaja con cierta solvencia los tres actos del film.
Un thriller criminal cuidado al detalle
Es innegable destacar la garra visual de la cinta, desde sus excelentes créditos, a una ambientación que apuesta por el lado más tenebroso del relato (Fincher reconoce el referente atmosférico de ‘El exorcista’), una fotografía glacial que nos absorbe en la sordidez y frialdad de la narración . Atributos avivados por la música original de Trent Raznor y Atticus Ross, ya premiados anteriormente por su trabajo en ‘La red social’.
Pero sin duda si hay una pieza clave y que no sólo no podía fallar sino que debía encajar a la perfección, es el del personaje de Lisbeth Salander, auténtico epicentro y motor del film. La novicia Rooney Mara asume el riesgo del caramelo envenenado que supone la complejidad de su papel y se echa a cuestas sin rubor el peso de la película, ofreciéndonos una interpretación inolvidable, ofreciendo un retrato de una mujer fuerte, instintiva, solitaria y asocial pero a la vez sensible, vulnerable, inteligente y aunque pueda parece lo contrario profundamente sensual, el carisma de este icono moderno (metáfora de la subversión cultural) magnetiza hasta el extremo, además la actriz estadounidense supera la dificultad extra de hacer olvidar lo mejor de las cintas suecas, el notable trabajo de Naomi Rapace.
No es menos brillante el trabajo de Daniel Craig, que nos quita de la cabeza a Bond, en un papel que está a la altura de su facultad, un personaje que mezcla una moralidad ética a prueba de bombas con una vida emocional dudosa. Mikael sirve de contrapeso a Lisbeth y cuando se unen se complementan, demostrando una química innegable entre actores, otra cosa son algunas situaciones entre ellos, no todas de la misma verosimilitud. El resto de secundarios: Christopher Plummer, Robin Wright, Stellan Skargärd (único actor sueco del reparto), Steven Berkoff cumplen sobradamente, ocupando los espacios libres del rompecabezas construido por el fallecido escritor sueco.
Un genio que mejora todo lo que toca
Tengo debilidad por David Fincher, lo reconozco, y no me avergüenza reconocer que mi afán por el visionado de ‘Millennium’, no se debe al material literario anterior, sino a su incursión en el proyecto, puesto que en su momento no tuve el mayor interés por el. No puedo negar que tengo cierta aprensión a la palabra “best-seller”, ya que como en el mundo del séptimo arte, muchas veces la cantidad riñe seriamente con la calidad, (siempre hay excepciones, por supuesto…), pero es inevitable que de vez en cuando uno se deje llevar por los prejuicios.
Algo que no me pasa con el realizador de ‘Zodiac’, ya que siempre me he sentido atraído por todo proyecto en el que se embarca, y de una manera u otra logra cautivarme más allá de su talento innato, por su capacidad de impregnar un sello propio a las historias que quiere contar.
Es más, puede considerarse como uno de los pocos artistas que consiguen algo impensable, mejorar la obra literaria original, dotando a las historias de una profundidad y complejidad extras, gracias al elemento audiovisual, así es como una novela sobre-valorada como ‘El club de la lucha’, de Chuck Palahniuk, se convierte en toda una referencia cinematográfica, (y un excelente film, dicho sea de paso) de la mano de este hombre. Y estoy convencido que aunque en menor medida seguro que logra superar también a la novela de Larsson.
Un producto notable, pero que llega tarde
¿De qué manera?, evitando caer en una re-interpretación egoísta del producto y apostando por la una fidelidad que incomprensiblemente deslizaba en las obras suecas, siendo más pulida y con más matices, a fin de cuentas, una versión 2.0 que si no logra la excelencia es porque no deja de ser un entretenimiento caprichoso de Hollywood, y porque básicamente sospechamos que la obra falla en su génesis, (con algunos tramos irregulares, previsibles, innecesarios y un epílogo demasiado forzado) y finalmente debido a la inoportunidad de su propuesta, que llega, cuando el fenómeno hace tiempo que marchó.
Mi puntuación: 7