‘La piel que habito’ de Pedro Almodóvar. Opinión

 

La piel que habito

Almodóvar insiste una y otra vez en que su último filme, ‘La piel que habito’, es un paso clave en su carrera, la llegada de su madurez. No estoy de acuerdo con su afirmación, en primer lugar porque creo que el director manchego ya hace tiempo que llegó a esa madurez creativa y, segundo, porque su decimonovena película no me parece una ruptura tan grande como nos ha hecho creer. Quizás muta la piel de su cine y lo hace un poco más oscuro y sobrio de lo habitual, pero sus obsesiones y su savoir-faire habitual siguen aquí.

‘La piel que habito’ es la película más oscura de Almodóvar en mucho tiempo y por vez primera lo es sin necesidad de que sea una película sólo “masculina”, y es que si analizamos su cine, y él mismo lo reconoce, cuando los protagonistas de sus filmes son hombres todo le sale más sórdido, y para muestra están las espléndidas ‘Hable con ella’ y ‘La mala educación’, con reparto básicamente masculino. Ahora bien, cuando digo “oscuro” no quiero llevaros al error de que penséis que su nueva película es un filme de terror, al menos en el sentido clásico del término.

‘La piel que habito’ puede producir pavor por lo que se cuenta, pero Almodóvar se niega a utilizar los recursos propios del género –aunque le hayan influenciado películas como la icónica ‘Ojos sin rostro’, de Jacques Franju- y utiliza las constantes de los géneros que mejor domina: el drama y, en menor medida, el thriller. Así, esta película es ante todo una tragedia, con personajes con grandes secretos en su interior.

 

La piel que habito

Una historia contenida y retorcida

Ahora bien, el corte de melodrama que tiene no quita que el plan maestro que ejecuta el Doctor Ledgard (Antonio Banderas) no sea cuanto menos retorcido y que, a pesar del surrealismo del mismo, produzca pánico sólo de pensar que nos podría pasar algo parecido a todo lo que sufre en sus carnes Vera (Elena Anaya).

Cierto es que ‘La piel que habito’ cae en ciertos excesos, en giros argumentales y acciones de los personajes “bigger tan life, pero el acierto de Almodóvar es enmarcarlas en una puesta en escena muy contenida, en el barroquismo justo, realizando así su película más minimalista. Contenida es también la interpretación de un Banderas del que Almodóvar ha logrado quitar todos esos tics cultivados en su larga etapa USA. Eso hace que el actor malagueño realice una actuación casi inexpresiva, pero adecuada para un personaje del que no se quiere que sintamos ni un atisbo de empatía, a diferencia de otros personajes de doble moral del cine de Almodóvar, como el Benigno (Javer Cámara) de ‘Hable con ella’.

Justo lo contrario es Elena Anaya, que con su mirada y su interpretación corporal crea un personaje redondo, con el que logramos identificarnos y que creo que será un gran salto para la carrera de esta pequeña gran actriz. Desafortunadamente no puedo elogiar a una Marisa Paredes que parece metida con calzador en la trama. Aunque estamos ante una gran dama del cine poco puede hacer para defender un personaje que parece que sólo esté allí para justificar las partes más “culebroneras” del argumento, esas tan propias de folletín que Almodóvar no puede evitar poner incluso en sus películas más “serias” y que aquí llegan a un grado innecesario, incluida esa ‘voz en off’ explicativa de ciertos secretos que se podría haber omitido completamente.

 

La piel que habito

Pese a los defectos, estamos ante una pieza digna del cine de Almodóvar

También veo forzada en ‘La piel que habito’ toda la trama en relación al “tigre” que interpreta un sobre-actuado Roberto Álamo. Tanto por el exceso de esa parte –el único exceso de la trama que no me ha convencido-, como por la explicación del personaje y su resolución, la trama relacionada con el brasileño Zeca, aunque es crucial en lo que pasa después, está mal resuelta.

Otro punto negativo es una resolución un tanto atropellada: aunque en determinado momento, cuando se descubre el gran giro argumental, nos olemos algo que puede pasar, Almodóvar lo soluciona de una manera rápida, sin un atisbo de originalidad o atrevimiento, como alguna vez le había ocurrido al gran Alfred Hitchcock. En cambio, la última secuencia del filme, que tiene reminiscencias de otras películas del maestro manchego, sí que resulta un cierre…será quizá porque si el Almodóvar actual domina un género sobre los otros es el melodrama.

Puede que ‘La piel que habito’ no sea esa obra maestra que esperaba. A ello no han colaborado ni unos tráilers que, para mi gusto, te cuentan demasiado, ni los continuos elogios que recibió Almodóvar en Cannes, una tierra donde es bien sabido que es muy bien recibido. Aun así estamos ante una pieza del cine de este director patrio de lo más remarcable, un intento de hacer algo distinto que, aunque en el fondo tiene todas las constantes de sus películas, produce nuevas sensaciones y sorprende, siempre que estés dispuesto a aceptar las reglas que el director pone sobre la mesa.

 

Mi puntuación: 8

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