Sitges 2010: ‘Thirteen Assassins’ (’13 asesinos’). Opinión

13 asesinos, frente a frente

Takashi Miike es ese director capaz de hacerte varias películas al año, cine de bajo presupuesto de ideas locas y bajas pretensiones. Pero cuando quiere –y le dejan- es también un director de cine francamente interesante, que pone todo su talento al servicio del séptimo arte. En esta segunda categoría entra sin dudarlo ‘Thirteen Assassins’ una de sus dos aportaciones –la otra es un nuevo ‘Zebraman’- al Festival de Sitges 2010. Con un nada disimulado aroma a los clásicos, lo nuevo de Miike es una entretenidísima película de samuráis de estupenda factura.

Ambientada durante los últimos coletazos de la época del shogunato, la película de Miike nos relata la historia de un subordinado del shogun, que harto de los abusos de poder de un señor feudal pariente del shogun –un niño de papá lujurioso, sádico…un auténtico psicópata- decide hacer algo, y no limitarse a hacer ver que no pasa nada o a realizarse el hara-kiri para no traicionar a su superior. Los ‘Thirteen Assassins’ del título serán los talentosos samurais que contratará este personaje para tender una emboscada al tirano, pero un gran plan requiere de una gran preparación.

Por ello en ‘Thirteen Assassins’ encontraremos dos partes bien diferenciadas. Así, en la primera, el tempo pausado y la contención de la violencia –sólo las pinceladas justas- que nos recuerdan al cine japonés de raíz más clásica, sirven a Miike para contar la raíz del problema y todo el entramado que montará el viejo samurái para acabar con el reinado de terror del señor feudal.

 

Dos actos bien diferenciados

En la segunda parte del relato, las cosas cambian un poco. Este tempo pausado dará paso a continuas secuencias de acción, correctamente rodadas y con efectos especiales clásicos –estupendo el pueblo como campo de batalla improvisado. Aquí la violencia abunda, pero está totalmente justificada. La época de los samuráis es tiempo de sangre y ‘Thirteen Assassins’ lo muestra con crudeza –no faltan desmembramientos y personajes agonizando- pero sin recrearse más de lo necesario, lo que demuestra madurez en el cine de Miike y que sea muy injusto adjudicarle a su cine el calificativo de “violencia gratuita”.

Esta segunda parte tiene también mucho de western, y es que no descubrimos nada si decimos que las películas del oeste y el cine de samuráis tienen tantos puntos en común que hablan de lo mismo contado desde geografías diferentes.

 

Guerra

Takashi Miike nos ofrece un remake con vida propia

‘Thirteen Assassins’ equilibra bien estas dos tendencias, la contenida del drama de cámara y el festín de acción con puntos gore, y logra que no sobre ni una cosa ni la otra y que estemos ante una película consistente, no ante dos películas yuxtapuestas, algo que con esta estructura se hubiese conseguido con facilidad.

Película de acción y aventuras con trasfondo dramático –los breves toques de humor le son permitidos al único de los asesinos que no es samurái- se recordará en los años sucesivos como una de las producciones más sólidas de Takashi Miike, una historia que nos la han contado antes, pero que en manos del director de ‘Audition’ se convierte en un producto digno y muy entretenido.

 

Mi puntuación: 7

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