Sitges 2013: ‘Dragon Ball Z. La batalla de los dioses’. Opinión.

 

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Me considero un auténtico fan de dragon ball, es la serie de mi infancia, con la que crecí y me apunté al “boom” que desató a finales de los 80 y principios de los 90: fotocopias, muñecos, cómics, videojuegos, cintas VHS grabadas con cientos de capítulos… acompañé a Son Goku y compañía en la búsqueda de las “bolas de drac” (la ví doblada al catalán) desde niño hasta la explosión de los guerreros saiyan en la segunda parte de la serie.

Hace ya 17 años que su creador Akira Toriyama cerró el telón, pero Dragon Ball se resiste a morir, por lo menos es lo que piensan desde la compañía Toei Animation, que desde entonces ha seguido vendiendo el producto con más o menos suerte, a través de OVAS en general bastante desafortunados.

 

Bils, un nuevo enemigo realmente poderoso.

Un regreso por la puerta grande y un poderoso enemigo

Para celebrar las casi dos décadas de su cierre se animaron a producir otra película para pantalla grande ‘DBZ: Battle of Gods’ incluyendo al propio Toriyama como asesor creativo. El resultado: Un éxito rotundo en Japón, recaudando 19 millones de dólares en dos semanas y más de un millón de espectadores.

Bajo esa tesitura, había esperanzas con su llegada a nuestro país. Pero ‘La batalla de los dioses’ es un producto excesivamente familiar, con situaciones cómicas rozando el ridículo (ese baile de Vegeta), muy alejadas del sentido del humor original de la serie, ácido e incluso picante, según se vea.

También es cierto que el personaje de Bils, el nuevo villano creado por Toriyama, ese dios de la destrucción con forma de gato egipcio, está bastante conseguido, un ser tan poderoso que se tiene las costumbres y hábitos de un gato: básicamente comer y dormir, y de vez en cuando jugar con los saiyans. El resto de personajes (aparecen todos), salvo Goku, se han convertido en comparsas y los que más aparecen se han caricaturizado en exceso.

 

Son Goku en modo Dios.

Técnicas de animación de vanguardia, pero sin alma

El filme utiliza las nuevas técnicas de animación, y luce sus dibujos con un estilo similar a la remasterización de una parte de la serie en ‘Dragon Ball Kai’, pero la mezcla de CGI con animación tradicional, se ve extraña, no acaba de encajar.

Los combates, el “alma mater” de la serie, brillan por espectaculares con planos nunca vistos en la serie, sin embargo se pierde un componente esencial en la serie, la épica. La absoluta falta de emoción (ni siquiera atrae el famoso Super Saiyan Dios), convierte al producto final en un pasatiempo algo frío (que se hace largo), y que no acabará de enganchar a fans antiguos ni a los nuevos. Y es una verdadera pena.

P.D: Los créditos finales son un ejercicio de nostalgia que si que emociona, un repaso a toda la serie desde su formato original: el manga.

 

Mi puntuación: 4,5

 

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