Un grisáceo edificio, dos personajes encerrados en una minimalista celda, una plataforma llena de comida (o penosos restos de ella) y un agujero que conduce al abismo. Con estos simples elementos unidos a un gran guion y una buena dirección de actores el realizador bilbaíno Galder Gaztelu-Urrutia nos ha regalado este 2019 una de las películas de género más interesantes de los últimos años: ‘El Hoyo’.
Comer para vivir, vivir para comer
¿Pero, qué es el hoyo? Ni más ni menos que un edificio de plantas indefinidas (¿más de 100? ¿200, como aseguran algunos? ¿o quizás algunas más?) ocupado por dos personas en cada planta. En la planta superior un equipo de chefs de élite prepara delicias culinarias, que se distribuyen en las plantas inferiores a través de una plataforma que se para en cada piso durante unos pocos minutos una vez al día. Si hay la suerte de haber caído en uno de los niveles más altos (la planta asignada cambia aleatoriamente cada mes) se puede comer bien pero, cuánto más abajo, menos posibilidades habrá de llenar el estómago.
Parece lógico: los inquilinos de cada planta comerán a conciencia todo lo que puedan, sin pensar que su gula puede matar a compañeros de plantas inferiores. Y es que si bien un mes se puede estar en una planta privilegiada al siguiente puede tocar uno de los niveles inferiores: mejor comer en exceso por si toca hacer un largo periodo de ayuno.
La reclusión en el hoyo solo tiene una norma: está prohibido guardarse comida para después. El resto, está permitido… sin restricciones de ningún tipo.
¿Es este edificio una cárcel? ¿Una condena voluntaria a la que algunos acceden? ¿O, como en Snowpiercer, un nuevo orden de clases sociales? ‘El Hoyo’ no tarda mucho en revelarnos este misterio, primero a través de la historia de Goreng (muy convicente Iván Massagué) y después gracias a las versiones de sus distintos compañeros de celda, especialmente con las de los personajes con más peso en la trama: un anciano de sorprendente pasado (Zorion Aguileor) y una mujer de moral muy recta (Antonia San Juan).
![Iván Massagué en 'El hoyo' Iván Massagué en 'El hoyo'](https://sp-ao.shortpixel.ai/client/q_glossy,ret_img,w_1024,h_512/http://mevadecine.com/wp-content/uploads/2019/11/Ivan-Massague-El-Hoyo-2019-mevadecine-1024x512.jpg)
Obvio que esto es una metáfora
En manos de otro director, ‘El hoyo’ hubiese sido un compendio de escenas inconexas y pocos diálogos que obligarían al espectador a interpretar lo que está pasando. Gaztelu-Urrutia y sus guionistas David Desola y Pedro Rivero, en cambio, optan por una narración más comprensible (no exenta de flashbacks y ensoñaciones) y con unos personajes que verbalizan lo que allí sucede, alegoría incluida.
Este planteamiento no le resta valor a la película, sino todo lo contrario: esto hace que en sus 94 minutos ‘El Hoyo’ no solo sea una película profunda con un potente mensaje sino una interesantísima propuesta de ciencia ficción distópica con escenas sangrientas y un humor negrísimo, algo así como si ‘Cube’ se cruzase con esas películas de los 80 y 90 sobre fugas de prisiones, auténticos placeres culpables como aquella ‘Fortaleza infernal’ de Stuart Gordon.
![Antonia San Juan en 'El hoyo' Antonia San Juan en 'El hoyo'](https://sp-ao.shortpixel.ai/client/q_glossy,ret_img,w_714,h_434/http://mevadecine.com/wp-content/uploads/2019/11/Antonia-San-Juan-El-Hoyo-2019-mevadecine.jpg)
Cine autóctono con aires internacionales
Otro de los aciertos de ‘El Hoyo’ es su ambientación. Si bien la metáfora de la película podría ser muy aplicable a nuestra sociedad española actual, Gaztelu-Urrutia huye de toda referencia localista y temporal: los nombres de los personajes no son los habituales, no sabemos dónde se sitúa el edificio ni la procedencia de los protagonistas, no existen referencias temporales claras y parte de su reparto son intérpretes racializados, algo por desgracia poco común en producciones españolas.
Más allá de un movimiento de marketing inteligente para ser vendida a otros mercados, esta decisión juega a favor de la cinta, pues con ello su mensaje se torna, si cabe, más universal: la solidaridad, la empatía, la justicia y la aleatoriedad de pertenecer a un determinado grupo social son conceptos universales que traspasan fronteras e inclusos sistema políticos.
Una joya que no debe pasar inadvertida
‘El hoyo’ es una estupenda propuesta, no solo para fans de la sci-fi distópica, sino también para todo aquel espectador que quiera reflexionar sin sacrificar el entretenimiento. Aunque profunda y contundente, la ópera primera de Galder Gaztelu-Urrutia es ante todo una obra de entretenimiento que deja poso. ¿Qué harías tú en el hoyo?
Tras su exitoso paso por festivales y el reciente anuncio de que será distribuida por Netflix todo hace pensar que el éxito de ‘El hoyo’ está más que asegurado… por lo menos internacionalmente. Y es que, por desgracia, más allá de certámenes como el de Sitges y otros festivales, no parece que la industria cinematográfica española esté demasiado interesada en promocionar el género fantástico en nuestro país, a menos que estemos hablando de producciones de realizadores ya consagrados y con grandes presupuestos.
A la vista está con un ejemplo reciente: una película tan refrescante como ‘Matar a Dios‘ tuvo un paso muy breve por las salas y fue totalmente ignorada por la Academia de Cine Español en los Goya 2019, primando producciones menos arriesgadas pero más en sintonía con el pensamiento algo tradicional de los académicos. Creemos que una nominación a sus noveles directores o a parte de su reparto estaba más que justificada, lo que le hubiese dado una segunda vida en taquilla.
En todo caso, si algo nos llevamos del visionado de ‘El Hoyo’ es el nacimiento de un prometedor director, Galder Gaztelu-Urrutia, que junto a un comprometido equipo ha creado una obra que supone una excelente carta de presentación y que deseamos que sea el inicio de una carrera plagada de buen cine… dentro o fuera de nuestras fronteras.
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