
El género zombie resulta un recurso cinematográfico casi-ancestral para señalar los peligros de todos los estratos del sistema, haciendo especial énfasis en las miserias de la condición humana, que se manifiestan y de qué modo en los momentos de crisis -algo que desgraciadamente, resulta muy vigente a día de hoy-.
En la taiwanesa ‘Get the Hell Out’, la acción transcurre dentro del parlamento del país asiático, un escenario habitual de las disputas y recurrentes sobre-actuaciones de políticos que suelen recurrir a peleas, puñetazos y malas artes más propias de la lucha libre americana que de un centro de representación ciudadana.
La historia del filme sigue a Xiong (Francesca Kao), una ex-parlamentaria que inició su carrera política con el fin de cerrar una planta química y Wang (Bruce Hung), un bienintencionado y manipulable guarda de seguridad que une fuerzas con ella con el fin de derrocar al primer ministro. Lo que nadie espera es que el objetivo esté infectado por un peligroso virus y que lo transforme en un “infectado” hambriento.
“Una película equivocada te hace sufrir durante 90 minutos, un gobierno equivocado te hace sufrir durante 4 años”.
De este modo, el parlamento resulta un marco muy apropiado para el origen de una pandemia zombie, un lugar donde se suele alentar a la población a comerse vivos para ellos seguir manteniendo gobiernos corruptos de un sistema caníbal ya en esencia.

Un espectáculo de risas y sangre a borbotones
El realizador taiwanes I-Fan Wan deja claro desde el primer momento que el filme solo es un mero divertimento y que el verdadero horror está en la vida real. De ahí que la trama no vaya a ninguna parte más allá de la premisa inicial del brote zombie, y se convierta en un festival cómico de “tomatina” festivalera con varias escenas que desembocan en un chorretón de sangre en el rostro del personaje en cuestión.
Sin embargo, se nota que estamos ante un debut cinematográfico porque al autor se le presume ansioso por llamar la atención, demostrando cierta frescura y valentía en la dirección. Familiarizado con recursos visuales al más puro estilo de los actuales jóvenes TikTokers e Instagramers, con el uso de filtros imposibles y movimientos de cámara más propios del mundo del videojuego que de clásicos del género. Cercana a su vez a la locura de comedias asiáticas de Takashi Miike o Stephen Chow, con un ritmo narrativo ágil e incansable que no cesa hasta el final del metraje, lo cual resulta un tanto excesivo si uno no va mentalizado.
Todos los personajes van de aquí para allá como pollos sin cabeza y están exagerados más allá de la caricatura. En el fondo, la supervivencia es lo de menos en un filme cargado de secuencias que pasean en la cornisa de lo ridículo, pero es innegable que en general el humor -y la trama, aunque tiene su moraleja, no es más que una sucesión de gags cómicos- funciona.
Precisamente porque, auto-consciente de sus limitaciones (en eso está emparentada con la gran ‘One Cut of the Dead’) su realizador prefiere dar un salto mortal con una chorrada sangrienta, entretenida y desacomplejada antes que pinchar con una pretenciosa y mediocre réplica de cualquier filme del maestro George A. Romero.

Zombies sin pretensiones
¿Pero realmente es una cinta de zombis a tener en cuenta? Para ser sinceros, ‘Get the Hell Out’, ni te la puedes tomar en serio, ni pasará a la historia del cine y probablemente aborrecerá a los cinéfilos de género más exigentes, pero tampoco es su propósito sentar cátedra.
Sin embargo, puede ser un producto válido para echar unas risas en cualquier festival de cine cutre o en una maratón gore en una tarde-noche cualquiera de encuentro con los colegas… mucho más sano que poner la televisión y asistir al bochorno de cualquier sesión ordinaria de políticos despellejándose… en el congreso de los diputados.