Sitges 2020: Post Mortem

La fotografía post mortem nos puede parecer tétrica hoy en día: al fin y al cabo, ¿por qué hacer fotos de nuestros muertos? Sin embargo, la idea de manipular a los difuntos fuera de la funeraria es algo que hasta hace poco no era tan extraño: era muy habitual que la gente joven muriese por enfermedades diversas y que lo hiciesen en casa, donde sus seres queridos llegaban a velarlos dos o tres días antes del entierro. Se convivía más con la muerte y si a eso unimos que la fotografía no estaba tan extendida como ahora, hacer una foto post-mortem de padres, hijos, cónyuges o cualquier otro ser querido era la última oportunidad que tenía mucha gente humilde de guardar un recuerdo de su rostro.

Esta práctica es el punto de partida de ‘Post Mortem’, filme dirigido por el húngaro Péter Bergedy, que jugando con la tradición clásica de terror unida a algunos recursos post-modernos crea una historia de fantasmas ambientada tras la Primera Guerra Mundial.

Thomas (Viktor Klem), el forastero que llega al pueblo para resolver un misterio… ¿o acaso lo ha generado él?

Una historia húngara de fantasmas

‘Post Mortem’ bebe de toda la tradición de los relatos de fantasmas clásicos, esos en los que los espíritus mueven objetos o hacen extraños ruidos para llamar la atención de los vivos. En este ambiente cae Thomas (Viktor Klem), joven ex-soldado que se salvó de la muerte de milagro y que ahora se gana la vida como fotógrafo post-mortem. Su llegada a un pueblecito de pocos habitantes, donde muchos están cayendo por la Gripe Española, hará que se intensifique una ola de misterios que él, acompañado de las tecnologías de la época y de una intrépida niña, se empeñará en resolver.

Así, la primera parte de la cinta es una clásica historia de casas encantadas donde Thomas y la niña Anna (Fruzsina Hais) investigan qué esta sucediendo. Entre ellos se establece una, en principio rara relación (¿nadie ve raro que un hombre de unos 30 años deambule con una huérfana de 10?), pero que a medida que avanza la trama vemos que tiene todo el sentido. Entre experimento fotográfico, interrogatorio y grabación, Thomas y Anna intentarán entender qué quieren esos fantasmas que atemorizan a todo el pueblo.

En esta primera parte Péter Bergedy filma una buena película de época, excelentemente ambientada en el mundo rural de hace 100 años, donde todo este clasicismo se rompe por momentos con el progreso que suponen los artefactos del forastero Thomas: sus máquinas fotográficas o el fonógrafo, objeto clave para desentrañar qué quieren esos fantasmas.

Con estas tecnologías se refuerza este concepto que hemos visto en tantas películas: el carrete de fotos analógico y otras tecnologías no digitales tienen una sensibilidad especial para detectar presencias y sonidos de otros mundos, algo que siempre da mucho juego en cualquier trama sobrenatural.

La fotografía como elemento para descubrir lo sobrenatural, un clásico del cine de terror

La comedia… ¿involuntaria?

A medida que la trama avance y comencemos a conocer las intenciones de las presencias extrañas, ‘Post Mortem’ empezará a mostrar influencias mucho más modernas. Las sombra de creadores como James Wan (‘Insidious’) es alargada, así como cierta estética videoclipera. Cuando los muertos (y los vivos, movidos por los muertos) se empiezan a mover en una mezcla entre el ‘Thriller’ de Michael Jackson, un monstruo aleatorio de película de terror moderna y una coreografía breakdance es inevitable soltar ciertas risas por lo extraño y (¿inconscientemente?) cómico de sus movimientos.

Sin embargo, todo esto no desentona con lo visto anteriormente. ¿Al fin y al cabo hay alguna ley que diga cómo deben moverse y comportarse los muertos?

Esta parte, más frenética y menos pausada que el primer acto, desde luego entretiene, y el final de ‘Post Mortem’ está a la altura de las expectativas. Aún así, a ratos tiende a caer en recursos que hemos visto infinidad de veces y en algo peor: el misterio final no es tan potente como prometía en un principio. Durante la trama nos hemos hecho varias preguntas que se responden sólo parcialmente, no sabemos si con intencionalidad o por mera dejadez: igual Péter Bergedy sólo buscaba hacer una cinta de terror más y que no le buscásemos tres pies al gato.

Los muertos de Post-Mortem no son precisamente sutiles

Buena ambientación, trama mejorable

‘Post Mortem’ cumple lo que se espera de la mayoría de cintas de terror clásicas: tiene sus sustos, sus presencias extrañas no decepcionan y la pareja protagonista tiene cierto carisma. Ahora bien, ante una estética tan cuidada hubiésemos esperado algo más de su trama y que se nos respondiese a un par de interrogantes que quedan en el aire.

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